La comisión asesora de Asilos y Hospitales Regionales


 Domingo Cabred, nacido en Corrientes en 1859, había colaborado desde sus épocas de practicante, con su maestro Lucio Meléndez, director del Hospicio de las Mercedes. El “manicomio de hombres, era en esa época (1880), un establecimiento estrecho e insalubre en alto grado, mal construido y con instalaciones completamente primitivas, —recordaba Coni en sus Memorias [...] los indigentes, en un hacinamiento lamentable, dormían en gran número sobre el frío y húmedo suelo de las salas y hasta de las mismas galerías abiertas, expuestos a las inclemencias del tiempo [...] Las salas con pisos de madera carcomida por el tiempo y las ratas, ofrecían a la vista un aspecto repugnante y lúgubre con sus ventanas de cárcel y sus paredes destilando agua; [...] el encierro en calabozos y el chaleco de fuerza, fuera de otros medios coercitivos, se empleaban corrientemente” Lucio Meléndez, como Director del establecimiento y con el apoyo de la sección de higiene de la Comisión Municipal, corrigió en buena parte esta situación, promoviendo la instalación de diversos talleres”… “y hasta un lavadero de vapor, que no sólo servía al establecimiento sino a otros municipales y nacionales”. Meléndez fue designado profesor de Psiquiatría de la Facultad y Cabred siguió colaborando con su maestro en la creación de una nueva era en la atención de enfermos mentales. Adquirió creciente prestigio y dirigió por muchos años, sucediendo a Meléndez, el Hospicio de las Mercedes. Su creación de una institución de puertas abiertas en Luján, el Open Door, fue celebrada por Clemenceau (durante su visita a Buenos Aires), como “la obra más perfecta de la razón humana”. El prestigio de Cabred lo hicieron merecedor del respeto de presidentes como Roca y Figueroa Alcorta (quien era también amigo y admirador de Penna); su amistad con el canciller Montes de Oca le permitió que se presentase al Congreso un proyecto de ley que propiciaba la creación de un organismo que colaboraría para dotar al interior del país de establecimientos asistenciales que creía imprescindibles. A la hora de aprobarse el proyecto, había que contar con recursos presupuestarios para dotarlo y en la imposibilidad de conseguirlos en otro lado, Montes de Oca accedió a emplear recursos de la Cancillería. Nació así, por la Ley 4.953 de 1906, como dependencia del Ministerio de Relaciones Exteriores y Caminos separados para la sanidad y para la asistencia médica pública y Culto (el cual tenía ya relación con la Sociedad de Beneficencia), la “Comisión Asesora de Asilos y Hospitales Regionales”. Una de las primeras creaciones de la Comisión se produjo en el territorio nacional del Chaco: el Hospital Regional de Resistencia. Siguieron luego el Asilo de Alienados de Oliva (Córdoba), el de niños retardados de Torres (Buenos Aires), el Hospital de Bell Ville, el Sanatorio de Tuberculosos de Cosquín, el Hospital Regional de Allen (Río Negro), el Asilo colonia de Olivera (Buenos Aires), el Hospital Común Regional Andino (La Rioja) y el Sanatorio Nacional de Tuberculosos de Santa María (Córdoba). En los veinticinco años en los cuales Cabred presidió la Comisión, se localizaron, diseñaron, construyeron y habilitaron unas 7.000 camas hospitalarias; Cabred ayudaba a definir las necesidades, orientaba el diseño, vigilaba la construcción y muchas veces dirigía, durante sus primeros tiempos, las nuevas instituciones. La creación de establecimientos nacionales en territorios provinciales implicaba un avance sobre sus autonomías, pero no hubo reclamos; menos aun cuando se trataba de establecimientos para pacientes crónicos, que resultaban demasiado onerosos para todas las provincias. Pero a nivel nacional, la aparición de otro núcleo de decisión y administración de recursos nacionales destinados a la atención de la salud complicaba una situación nada simple.

 

El gobierno espera que la Academia de Medicina,

ha de acreditar un celo por sus progresos,

igual al que el gobierno ha desplegado para su fundación”

Bernardino Rivadavia.

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